¡Buenas Cocinacas! ¿Cómo estáis hoy? En esta ocasión os hablaremos de las principales diferencias entre la carne roja de ternera, cerdo, toro o buey y la carne blanca, procedente del conejo o las aves como el pollo, el pato o la gallina. Seguro que has escuchado que la carne roja produce enfermedades como el cáncer y es perjudicial para tu salud, pero, ¿es realmente tan mala como nos la pintan?
Pues bien, tanto la carne roja fresca como la carne blanca tienen beneficios para tu salud pero debes saber que se diferencian en las calorías que contienen, en su contenido en grasas y en la forma en que se digieren, entre otras cosas. ¿Quieres conocer todas estas principales diferencias? ¡Pues quédate que arrancamos!
Las diferencias entre la carne blanca y la carne roja. ¿Cuál es la opción más saludable?
La cantidad de grasa
Las carnes rojas contienen en general más grasa y mayor cantidad de purinas. Las purinas son un producto de la descomposición de las proteínas en nuestro cuerpo que contribuyen a la formación de ácido úrico. La combinación de la grasa y las purinas se relacionan directamente con la aparición de ciertas enfermedades cardiovasculares que es conveniente evitar. También se recomienda ingerir pocas purinas a las personas que padecen problemas relacionados con el metabolismo, como la obesidad, la gota, hiperuricemia o hígado graso. Por último, este tipo de carne está totalmente desaconsejada si tienes colesterol.
Pero no todo tiene por qué ser malo. Esta mayor cantidad de grasa y sangre de la carne roja le proporciona más sabor y una textura más tierna que por ejemplo la carne blanca de pollo.
No obstante, cabe concluir que la carne blanca contiene muchas menos grasas y es más digestiva y digerible y más si se cocina al horno, por lo que es una opción mucho más saludable que a la larga no perjudicará tu salud.
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Los minerales
La carne roja es rica en muchos minerales, tales como el fósforo, zinc, potasio y sobre todo, el hierro. Este mineral está muy presente en esta carne por su alto contenido en mioglobina, un pigmento muy rico en hierro y que, en ocasiones, hace que la carne roja esté indicada para las personas que sufren anemia o las mujeres cuando tienen la menstruación.
Por otra parte, la carne blanca contiene menos hierro pero sigue siendo una buena fuente de este mineral. También contiene en su interior potasio, zinc, yodo o fósforo, por lo que es un alimento muy nutritivo.
Los nutrientes y vitaminas
Además de minerales, la carne roja contiene vitaminas B como ácido fólico, vitamina B1, B2, B5 y B12. Éste última es esencial para evitar la anemia, junto el aporte de hierro que nos proporciona la propia carne. También interviene en la mejora del sistema inmunitario y estimula a la producción de energía en nuestro cuerpo, por lo que nos hará estar más fuertes que nunca.
Por otro lado, la carne blanca es igualmente rica en vitaminas del grupo B y además, también puede aportar ácidos grasos poliinsaturados, como el Omega 3 y el Omega 6, en distintas cantidades.
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Las proteínas
Las carnes son una fuente de proteínas de alto valor biológico, pues no presenta carencias de aminoácidos esenciales como en el caso de alimentos proteicos de origen vegetal.
La carne roja ofrece unas proteínas de alta calidad que son importantes para nuestro organismo. Sin embargo, conviene no abusar de este tipo de carne, pues al contener más grasas, puede inducir a sufrir ciertas enfermedades, sobre todo las relacionadas con el corazón. Sin embargo, la carne blanca es una alternativa más sana a la hora de incorporar proteínas, pues encontraremos en estos alimentos un aporte mucho menor de grasas saturada.
¡Esto es todo Cocinacas! Como conclusión, queremos recomendarte consumir carne roja fresca (ojo, que no procesada) dos veces por semana como máximo, ya que, sin duda, es la opción menos saludable de las dos que te hemos propuesto. A la hora de hablar de la carne blanca la cosa cambia, pues puedes incorporarla a tus platos de manera habitual y frecuente, ya que su contenido en grasas es mucho más bajo.
¡Hasta la próxima Cocinacas!
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