El salmón es un pescado que ofrece múltiples posibilidades en la cocina. Como otros pescados azules, tiene un importante contenido en grasa que lo hace ideal para ser preparado de distintas maneras. Son también destacables otras propiedades como su sabor, textura y color, que hacen de este pescado un producto que resalta en cualquier plato por su maravilloso contraste con ingredientes de diversas coloraciones.
En Cocina Casera, hemos usado este producto para elaborar varios platos, como nuestro rollo de salmón, aguacate y gambas, y nuestro risotto de salmón y langostinos. A continuación, os vamos a dar algunas claves sobre cómo cocinar el salmón para aprovechar todo su potencial.
Algunas ideas sobre cómo cocinar salmón
El salmón es un producto que se puede adquirir ahumado y fresco. En el primer caso, lo podemos usar para elaborar deliciosos entrantes, como canapés, o enriquecer una ensalada. El salmón fresco, por su parte, nos permite hacer numerosas preparaciones, en las que podemos aplicar distintos métodos de cocción; a la plancha, al vapor, en papillote, e, incluso, si está muy fresco, podemos preparar un tartar. Cada parte del salmón es ideal para un tipo de cocción y tipo de receta concreta. A continuación, os damos algunos consejos para sacar el máximo partido a este producto.
- De la zona superior del salmón podemos sacar unas rodajas que son ideales para hacer en salsa. La clave del éxito está en elaborar una receta sencilla en la que el sabor del salmón sea el protagonista. Un buen ejemplo de ello puede ser hacer las rodajas a la plancha, y rematarlas con una salsa de queso, nata y alguna hierba aromática, como el eneldo. También podemos acompañarlo de una salsa de cava o vino blanco, que contrastan a la perfección con el sabor y textura del salmón.
- Si queremos elaborar platos más ligeros, que no contengan crema, seleccionamos la parte media del salmón, de donde extraemos los lomos sin espinas a los que podemos incluso retirar la piel. Si vamos a cocinar los lomos a la parrilla, no es recomendable quitar la piel. Tras hacerlos vuelta y vuelta en la parrilla, podemos acompañarlos de un aliño de zumo de limón, aceite, y un toque de ajo y hierbas aromáticas como el romero o el tomillo.
- Podemos preparar también nuestro salmón en el horno, ya sea entero o en trozos. Para ello, lo ponemos en el fondo de una fuente para horno y sobre éste colocamos cebolletas, setas, champiñones u otras verduras. Terminamos aliñando con un buen chorro de aceite de oliva y un poco de cerveza o vino blanco.
- Si nos gustan los platos que respetan al máximo los ingredientes, podemos preparar un tartar o una ensalada. La concentración de grasas en la carne del salmón permite que se pueda consumir en fresco, casi crudo. Para ello, limpiamos las espinas y quitamos la piel, y lo picamos muy finamente, para terminar aliñándolo con un poco de aceite, especias, como por ejemplo la pimienta blanca, y una cucharada de mostaza.
- También es un pescado ideal para ser marinado. Para ello, lo mezclamos con un chorro de aceite de oliva y un poco de zumo de limón o lima, podemos también añadir la ralladura del cítrico empleado, un poco de sal y distintos tipos de pimienta. Preparado el marinado, se tapa y se mete en el frigorífico donde se deja reposar durante una hora. Tras el reposo, se escurre y se utiliza para preparar una ensalada o unas ricas tostas.
- Por último, podemos elaborar un delicioso marmitako. Primero, preparamos un guiso con distintas verduras, como cebolla, pimiento y ajo, acompañado de pimiento choricero. Cuando la patata esté blanda, retiramos del fuego y añadimos unos tacos de salmón para que se hagan con el calor del guiso. Así, de una manera sencilla, tenemos un plato increíblemente delicioso.
Recomendaciones para comprar y conservar salmón
A la hora de comprar salmón, nos fijaremos en el brillo de sus ojos y su piel. Las escamas deben ser brillantes, y la piel tersa. Las agallas deben presentar un buen color, y su carne debe ser dura al tacto. Es importante que huela a mar. Si lo compramos entero, es importante quitarle las vísceras cuanto antes y trocearlo de la manera que más nos convenga.
Una vez comprado, lo ideal es que lo consumamos en uno o dos días, ya que se estropea rápidamente. Si lo vamos a congelar, hay que tener en cuenta que no debemos almacenarlo en este estado durante más de tres meses, ya que al ser un producto rico en grasa corremos el riesgo de que se enrancie. Créditos-flickr/wwworks Fuente: @consumer
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