Pan de espinacas y remolacha

Pan de espinacas y remolacha

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3 h y 20 m
Calorias: 233
Fácil
8 personas

Pan de espinacas y remolacha

Si os gustó nuestro pan de remolacha os gustará aún más el pan que os presentamos hoy. Se trata de una receta en la que se mezclan dos masas diferentes para dar lugar a un pan con un atractivo dibujo que, sin duda, sorprenderá al más exigente de los comensales. Además, este pan aporta a nuestro organismo las virtudes de la remolacha y las espinacas.

Si queréis aprender a elaborar en cas una amplia gama de panes os invitamos a que echéis un vistazo a nuestra sección pan casero.

Ingredientes para Pan de espinacas y remolacha para 8 personas 1 unidad

Para la masa de espinacas:

  • Harina blanca de trigo - 61 gramos
  • Harina de fuerza* - 61 gramos
  • Harina integral de trigo - 81 gramos
  • Agua - 101 gramos
  • Espinacas cocidas - 40 gramos
  • Sal - 4 gramos
  • Ácido ascórbico (Vitamina C)** - 0,6 gramos
  • Levadura seca de panadería - 1,2 gramos

Para la masa de remolacha:

  • Harina blanca de trigo - 58 gramos
  • Harina de fuerza* - 58 gramos
  • Harina integral de trigo - 76 gramos
  • Agua - 77 gramos
  • Remolacha cocida - 77 gramos
  • Sal - 4 gramos
  • Ácido ascórbico (Vitamina C)** - 0,6 gramos
  • Levadura seca de panadería - 1,2 gramos

Cómo hacer la receta de Pan de espinacas y remolacha

  1. En primer lugar, ponemos las espinacas cocidas y el agua en el vaso de la batidora. Batimos hasta obtener un puré. Dejamos enfriar y reservamos.
  2. Hacemos lo mismo con la remolacha cocida y el agua. Batimos hasta obtener un licuado de color violáceo. Si hemos cocido en casa la remolacha, la dejamos enfriar tras hacerla puré. Reservamos.
  3. Si la vitamina C la hemos comprado en comprimidos los rompemos con la ayuda de un rodillo hasta obtener un polvo fino.
  4. En un cuenco mediano,  mezclamos las harinas de la masa de espinacas junto con el polvo de vitamina C,  añadimos el licuado de espinacas y removemos bien para que las harinas queden humedecidas y no queden zonas con harina seca. Tapamos con un trapo el cuenco y dejamos reposar durante 25 minutos. A este reposo se le denomina autolisis, y tras llevarlo a cabo nos será mucho más fácil amasar. Siguiendo una técnica de amasados cortos, y reposos entre amasados, sin apenas esfuerzo tendremos lista nuestra masa.
  5. Nada más poner a reposar nuestra masa de espinacas, iniciamos el amasado de la masa de remolacha procediendo del mismo modo descrito en el paso anterior. Esta vez añadiremos el puré de remolacha, que será el que dará lugar a una masa con una coloración violácea.
  6. Tras la autolisis, aceitamos ligeramente la superficie de trabajo y volcamos la masa de espinacas sobre ella. Nos ponemos un poco de aceite en las manos y extendemos ligeramente la masa. Repartimos la sal por la superficie de la misma, y amasamos suavemente durante 1 minutos. Aceitamos un poco el cuenco, hacemos una bola con la masa y la metemos dentro. Tapamos con un trapo, o una bolsa de plástico, y dejamos reposar durante 15 minutos.
  7. Volcamos nuestra masa de remolacha sobre la mesa de trabajo y procedemos del mismo modo que acabamos de llevar a cabo con nuestra masa de espinacas.
  8. Tras el reposo de la masa de espinacas, repetimos el paso anterior en el que añadíamos la sal, pero esta vez añadimos la levadura. Una vez añadida, amasamos durante 1 minutos y damos a la masa un nuevo reposo de 10 minutos. Repetimos el paso anterior con la masa de remolacha para añadir la levadura.
  9. Volcamos de nuevo la masa de espinacas sobre la superficie de trabajo. Amasamos durante 1 minuto. La masa ya debería empezar  a presentar un aspecto liso y brillante. Si aún presenta un aspecto granuloso, volvemos a dar otro ciclo de amasado y reposo. Si nuestra masa tiene una superficie lisa y brillante, está lista para iniciar la primera fermentación, para ello; aceitamos ligeramente las paredes del cuenco, formamos una bola con nuestra masa y la metemos dentro. Tapamos y la dejamos fermentar hasta que doble su volumen.
  10. Volcamos la masa de remolacha sobre la superficie de trabajo y repetimos las instrucciones del paso anterior. Una vez que tanto la masa de espinacas como la de remolacha han doblado su volumen, enharinamos ligeramente la superficie de trabajo y volcamos, en primer lugar, la masa de espinacas sobre ella. Estiramos la masa hasta conseguir un rectángulo de aproximadamente 25 X 15 centímetros. Reservamos. Cogemos la masa de remolacha y la estiramos hasta conseguir un rectángulo de 22 X 12 centímetros.
  11. Una vez que tenemos ambas masas estiradas, procedemos a formar el pan, para ello, cogemos la masa de espinacas y la ponemos, a lo largo, frente a nosotros. Cogemos la masa de remolacha y la ponemos encima del siguiente modo: el extremo superior de la masa de remolacha debe coincidir con el extremo superior de la masa de espinacas. En el extremo inferior, el más cercano a nosotros, la masa de espinacas debe quedar sin cubrir (más o menos dos centímetros), del mismo modo que los laterales de la misma. Con esta forma de colocar la masa de remolacha sobre la de espinacas se busca que durante el enrollado la primera quede escondida totalmente dentro de la segunda. Una vez que tenemos la masa de remolacha situada encima de la espinacas, procedemos a enrollar ambas masas empezando por el extremo superior, el más alejado de nosotros. Terminaremos el enrollado presionando para que la masa de espinacas quede bien sellada. Pondremos especial atención al sellado de los extremos del pan, lo que serán las puntas.
  12. Una vez que hemos formado nuestro pan, los ponemos a fermentar, para ello, podemos ponerlo directamente sobre la hoja de papel vegetal que meteremos al horno, o podemos colocarlo en el interior de un cesto de fermentación que tenga una forma ovalada. Un recipiente de plástico nos puede hacer a la perfección el papel de cesto de fermentación. Ponemos un trapo en su interior, preferiblemente de algodón, con ayuda de un colador lo espolvoreamos con harina, y ponemos el pan encima con el cierre (lo que durante el horneado estará en contacto con la bandeja del horno) hacia arriba. Tapamos el pan con un trapo, ponemos encima del trapo una bolsa de plástico, y dejamos fermentar hasta que el pan casi doble su tamaño. Precalentamos el horno a 250º con una bandeja en su interior.
  13. Sobre una bandeja invertida, ponemos una lámina de papel vegetal y volcamos el pan encima. Si pusimos el pan a fermentar sobre papel vegetal, transferimos la hoja con el pan a la bandeja invertida, o a una madera que nos haga las veces de pala, Con la ayuda de un cuchillo afilado, hacemos un corte  a lo largo de la superficie del pan o dos cortes oblicuos, como prefiramos.
  14. Con la ayuda de la bandeja invertida,  o la madera, deslizamos el pan sobre la bandeja que hay dentro del horno. Antes de cerrar la puerta del horno, pulverizamos agua hacia las paredes del mismo con un pulverizador doméstico. Esto provocará un ambiente húmedo que será propicio para que el pan desarrolle un buen volumen.
  15. Bajamos el termostato a 230º y horneamos durante, aproximadamente, 45 minutos o hasta que el pan adquiera un color dorado. Hacia la mitad del horneado giramos el pan para que este se dore por igual. Antes de cortar el pan, dejamos enfriar durante, al menos, tres horas.

Notas y Consejos

* Cada país tiene su clasificación para los distintos tipos de harina.  Si no encontráis la clasificación usada en vuestro país, una forma  de saber si una harina es de fuerza o no, es mirar el contenido de proteínas que viene expresado en la composición nutricional del envase. En Europa, las harinas panaderas (ideales para hacer pan) suelen tener una concentración de proteína de 11 gramos por cada 100 gramos de harina, mientras que la harina de fuerza ronda los 12-14 gramos. En EEUU, sin embargo, las harinas tienen más proteína, por lo que una harina panadera suele rondar los 13 gramos y una de fuerza los 14 gramos. En cualquier caso, si no podemos encontrar harina de fuerza, la sustituiremos por harina blanca de trigo, en la mayoría de recetas, los resultados serán igualmente buenos.

** La vitamina C, o ácido ascórbico, se usa en esta receta para acidificar la masa consiguiendo con ello que la remolacha y las espinacas conservan un color intenso tras el horneado.

Las harinas del mismo cereal, y de distintas harineras, pueden presentar un comportamiento muy diferente, por ello, los tiempos de amasado son orientativos.  Los ciclos de amasado y reposo tienen como objetivo conseguir, sin apenas esfuerzo, una masa lisa y brillante, hecho que puede suceder antes de completar todos los pasos de la receta, en cuyo caso dejaremos de amasar, o, en otros casos, puede llevarnos un poco más del tiempo especificado.

Los tiempos de fermentación dependerán de la temperatura ambiente, por lo que estos variarán a lo largo del año. Es por ello que no nos gusta poner un tiempo de fermentación determinado en la receta.

La cantidad de levadura indicada en la receta es la adecuada para obtener un pan de buena calidad. Añadir mayor cantidad de levadura, con el fin de acelerar la fermentación, irá en detrimento de la calidad del pan obtenido.

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Jose Balandin
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