La berenjena es una de las verduras más presentes en la dieta mediterránea, siendo empleada en la elaboración de una amplia variedad de recetas. En nuestra página podéis encontrar numerosos ejemplos de su uso, como, por ejemplo en el caso de nuestra deliciosa receta de arroz con berenjenas.
Si un artículo anterior os dábamos algunos consejos para congelarlas, en esta ocasión os vamos a hablar de cómo cocinarlas. Hoy, en Cocina Casera; consejos para cocinar berenjenas.
Origen, propiedades y tipos
Se cree que la berenjena fue domesticada en el sudeste asiático, donde aún en la actualidad siguen siendo apreciadas variedades amargas de pequeño tamaño. Fueron los árabes quienes la hicieron llegar a España y otros países europeos. Se tiene constancia de que en países como Italia ya se consumía en el siglo XV.
Esta verdura destaca por sus grandes cualidades nutricionales, siendo rica en minerales y vitaminas, y sin apenas calorías. A nivel gustativo es muy apreciada por su esponjosidad y ligereza, siento también característico el toque ligeramente amargo de la mayoría de variedades. Tras cocinarlas, su carne se torna sumamente cremosa, ya que apenas contienen fibras y sí una elevada concentración de agua. Por su propiedad de absorber mucho aceite cuando se fríe, se aconseja prepararla asada o a la parrilla.
De manera previa al cocinado está muy extendida la costumbre de añadirles sal para contrarrestar su amargor, eliminar parte de su humedad y conseguir que absorba menos cantidad de aceite, sin embargo, para muchos cocineros esta costumbre afecta negativamente puesto que desvirtúa su sabor.
En el mercado podemos encontrar una amplia variedad de berenjenas, caracterizadas por distintas tonalidades de piel; las hay blancas, moradas, negras, listadas, etc, también las tenemos de pequeño y gran tamaño. Todas se caracterizan por una carne llena de pequeñas burbujas de aire. Al ser cocinadas este aire se libera, haciendo que la carne se reduzca y su textura se torne cremosa.
Consejos a la hora de cocinarlas
Debido precisamente a que el tamaño de la berenjena se ve notablemente reducido durante su cocción, en determinadas elaboraciones, como en el pisto manchego, se aconseja que no se corte en dados demasiado pequeños (sobre todo si se ha quitado la piel).
En muchos guisos se aconseja cocinarla con la piel, para que esta ayude a mantener la estructura, podemos ver ejemplos de ello en elaboraciones como el tumbet mallorquín o la musaka griega, donde la berenjena se corta en rodajas sin retirar la piel.
En Oriente es habitual usar la carne de la berenjena para preparar recetas tan deliciosas como el mutabal o baba ganush, un especie de paté de berenjenas elaborado con pasta de sésamo, zumo de limón y diversas especias.
Las berenjenas quedan estupendas a la parrilla, pudiéndose comer tal cual con un poco de ajo y limón, o usar en la elaboración de muchas recetas, como en el caso de la escalivada, plato típico catalán, para cuya elaboración se deben marcar las berenjenas hasta el punto de que la piel quede quemada, lo que confiere a la carne un delicioso aroma a humo. Una vez hechas, las podemos envolver en papel de periódico para que se mantengan calientes además de conseguir que la piel se desprenda con facilidad.
Un último consejo; las berenjenas no se llevan bien con el frigorífico, ya que el frío daña fácilmente su interior dando lugar a malos sabores y zonas marrones (pardeamiento) en muy pocos días. Imagen:flickr/wwworks
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